jueves, 12 de noviembre de 2020

Jóven JESUCRISTO te llama ¡Atrévete a ser santo!

PRIMERA SEMANA

EL LLAMADO A LA SANTIDAD
INTRODUCCIÓN
Llamados a la santidad. En esta primera semana de la pascua juvenil descubriremos qué es, la santidad y quien es el que nos llama a la misma porque es importante para la vida de cada uno de nosotros como jóvenes, La llamada a la santidad nos la hace Dios mismo en el momento de crearnos: “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gen 1, 26). El deseo de Dios al crearnos es reflejar su imagen con nuestra vida, tal como nos lo recuerda el apóstol Pedro: “Si es santo el que los llamó, también ustedes han de ser santos en toda su conducta.” (1Pe 1,15). Para saber cómo es la imagen de Dios, El mismo envía a su propio hijo Jesucristo para mostrarnos cómo es y cómo debemos reflejar la imagen de su padre en nuestra vida. Jesús mismo nos recuerda que debemos ser santos como nuestro padre que está en el cielo es santo. En Mt 5, 48 no solo nos lo recuerda, sino que nos enseña cómo hacerlo: amando hasta el extremo. Cada uno de nosotros como jóvenes cristianos católicos estamos llamados a amar hasta el extremo, a entregar la vida al servicio de los demás como lo hizo nuestro divino maestro. Esta pascua es un buen momento para morir a los aspectos de nuestra vida que no reflejan la imagen de Dios, y resucitar en los aspectos de nuestra vida, donde la imagen de Dios sea mucho más visible. Para llegar a reflejar la imagen de Dios en nuestra vida no basta con saber y conocer a Jesucristo, nos hace falta la ayuda del Espíritu Santo, porque, la santidad es obra del mismo en el corazón de cada persona bautizada. Muchas veces cometemos el error de pensar que la santidad solo es para los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, o pensamos que la santidad es para aquellas personas con mucha sabiduría o con una vida intachable, libre de pecado. Pero no es así, la santidad es para todos, y no se trata de hacer cosas extraordinarias, más bien se trata de hacer que las cosas pequeñas sean extraordinarias; hacer todo con verdadero amor y dejarse transformar en amor con la ayuda del Espíritu Santo para poder hacer presente a Cristo en nuestra vida cotidiana. La santidad no es otra cosa que alcanzar la perfección en el amor. En la sociedad en la que vivimos hoy en día, los santos en los altares de las iglesias ya no causan efecto para muchos, no es que ya no sirvan, sino que hoy hacen falta santos vivos, es decir jóvenes que se dejan transformar, guiar y santificar por la gracia del Espíritu. Hoy más que nunca nuestra sociedad y nuestra iglesia necesitan jóvenes valientes y santos que sean capaces de llevar una vida digna viviendo en plenitud las virtudes cristianas. Por eso en esta primera semana del libro de la pascua juvenil, por medio de las oraciones, reflexiones, lecturas, dinámicas etc. profundizaremos más sobre nuestro llamado a la santidad. Hay que tomar en cuenta las palabras de san Agustín, cuando nos recuerda que la santidad no es un estado de vida que podamos alcanzar en esta vida terrena, sino más bien, un proceso que dura toda la vida, y solo será plena cuando lleguemos a la presencia de nuestro Padre que está en el cielo. Y el principal y mejor aliado que tenemos en este proceso es, el Espíritu Santo.

SEGUNDA SEMANA

EL CAMINO A LA SANTIDAD (CUMPLIR LOS MANDAMIENTOS)
INTRODUCCIÓN
¿Quién eres tú? ¿Te has hecho esa pregunta? Piensa por un momento qué nos pide Jesús todos los días de nuestras vidas. En la segunda semana encontraremos cómo Dios nos envía a ser como él, santo. Está llena de ideas y formas simple de cómo cambiar nuestras vidas para seguir el camino a la santidad. El primer paso hacia la santidad es cumplir los mandamientos que Él nos dio.

TERCERA SEMANA

LAS BIENAVENTURANZAS: IDEAL DE SANTIDAD
INTRODUCCIÓN
Para alcanzar la santidad el camino es estrecho, pero bienaventurados los que lo caminan. Ser santos es un llamado que todos los cristianos tenemos. San Mateo nos da una receta a través de las bienaventuranzas de cómo vivir plenamente nuestra fe cristiana para llegar a la santidad. Según las bienaventuranzas, para lograr la santidad y ser felices, hay que tener un alma de pobre, aceptar las aflicciones, ser paciente, tener hambre y sed de justicia, ser misericordioso, tener un corazón puro, trabajar por la paz y abrazar los momentos en que somos perseguidos e insultados por causa de Dios. En pocas palabras, para ser santos tenemos que ir contracorriente en una sociedad mundana. No debemos parecer igual a cualquiera que anda en el mundo que no conoce al Dios de amor, perdón y libertad. Tenemos que ser distintos. Tenemos que brillar en el mundo oscuro con tanta sed de Dios. Tenemos que promover la dignidad de todos los seres humanos. Tenemos que ser firmes en denunciar el relativismo y proclamar que Dios nos ha enseñado lo que es justo, bueno y verdadero. Tenemos que ser el cambio en este mundo y en nuestra sociedad. El significado de “bienaventurados” en sus raíces griegas significa “benditos” y se refiere al profundo gozo del alma de aquella persona que vive en un estado de bienestar espiritual. La santidad y la felicidad van de mano en mano. ¿Has escuchado de un Santo que no goce en el Señor aunque haya sufrido mucho en esta vida? Pues, no. La santidad siempre nos lleva a la felicidad y más allá a la alegría profunda y la paz interior. Las bienaventuranzas nos recuerdan que somos bendecidos por Dios y podemos gozar en El Señor en todo momento de la vida.

CUARTA SEMANA

RETOS DEL DIA A DIA (EN LA SANTIDAD)
INTRODUCCIÓN
La tercera semana se trató de los ideales de la santidad y las bienaventuranzas. Como nos dice el Papa Francisco en su exhortación apostólica, Gaudete et Exultante #140, "Es muy difícil luchar contra la propia concupiscencia y contra las asechanzas y tentaciones del demonio y del mundo egoísta si estamos aislados. Es tal el bombardeo que nos seduce, que si estamos demasiados solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior y sucumbimos". Por eso en esta semana veremos estos retos a la santidad, que nos dice el Papa, nos afectan a nosotros los jóvenes cristianos católicos. También veremos como la presión social y la falta de tiempo para el servicio y la oración afectan a nuestras familias y nuestras vidas. Los jóvenes se enfrentan con retos en sus estudios y en varias ocasiones también en el trabajo y en sus relaciones de amistad y noviazgo. ¡Y qué decir de los pasatiempos y las diversiones que tenemos a diario! A través de preguntas y canciones dialogaremos con nuestro Padre Dios Todopoderoso. Veremos estos retos en los hechos de vida, dinámicas, palabra de Dios, reflexiones, actividades, proyectos a largo plazo y lo que dice la Iglesia sobre ello.

QUINTA SEMANA

JOVENES MODELOS DE SANTIDAD
INTRODUCCIÓN
Desde el principio, hemos visto que Dios ha prometido a sus fieles seguidores la vida eterna y estar con él en el paraíso. Los bienaventurados mencionados en los evangelios son aquellos que hacen la voluntad de Dios, sin importad la edad, nacionalidad, raza, etc. Por eso desde el Antiguo Testamento vemos niños, jóvenes, y adultos que viven una vida de santidad por lo cual la iglesia de Dios, la Iglesia Católica, los reconoce como santos por sus hechos y acciones. En el Antiguo Testamento vemos como ejemplo de jóvenes santos a los siete hermanos Macabeos (2 Macabeos 7) que fueron atormentados para hacerlos renegar de su fe y así murieron, azotados, les cortaron la lengua, las manos y los pies, a alguno lo quemaron y a otro le arrancaron la piel y la cabeza. Este acto de valor por la fe regocija a nuestro Dios porque morimos a causa de él. Aunque los dolores son aterrorizantes, los santos mantienen la cabeza en alto como lo hizo Cristo. Al igual, en el Nuevo Testamento vemos a muchos santos durante la persecución de los cristianos como a los apóstoles, a María la madre de Jesús, y muchos más. Hoy en día, siglos después de Cristo vemos santos jóvenes que tuvieron una fe indescriptible, como María Goretti, Luis Gonzaga, los pastorcitos de Fátima, etc. Estos jóvenes y santos reconocidos por nuestra iglesia nos enseñan que nosotros también podemos ser santos. La mayoría de los santos solo tenían un corazón humilde y simplemente así por naturaleza hacían la voluntad de Dios. En esta semana, veremos la vida de jóvenes santos en el Antiguo y Nuevo testamento y santos de nuestros días. Al mismo tiempo pensemos, ¿Cómo podría yo ser igual que estos santos reconocido por nuestra iglesia?

SEXTA SEMANA

SANTIDAD Y MISIÓN
INTRODUCCIÓN
Finalmente hemos llegado al último capítulo del libro, han sido unas semanas interesantes, hablando acerca del significado de la santidad y de cómo esto es un llamado para todos, sin importar edad, experiencia, raza e intereses, es para todos. Luego aprendimos que hay algunos parámetros que podemos seguir para llegar al ideal de santidad, y herramientas que tenemos a nuestro alrededor que podemos utilizar especialmente cuando se nos presentan obstáculos; todo esto siguiendo las enseñanzas de nuestra Iglesia. Santidad, ¿es esto posible? ¿Es esto solo un capricho de quienes sueñan con alcanzarla? Es posible que te hayas hecho esta pregunta en algún momento. La verdad es que la santidad requiere consistencia y toneladas de fuerza de voluntad. No obstante, la santidad es posible. La santidad no es exclusiva para ciertas personas; por el contrario, todos estamos llamados a la santidad incluso en nuestra realidad como jóvenes adultos. Como católicos, los santos representan un ejemplo vivo de esto, y comparten algo fundamental con cada uno de nosotros. Sin excepción, todos los santos eran seres humanos normales, como tú y yo, que no fuimos perfectos, que pecaron, pero que en algún momento de su vida tuvieron un encuentro con Cristo y tomaron la decisión de vivir su vida por Dios en santidad. En su Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate el Papa Francisco nos dice, "Ser santo no requiere ser obispo, sacerdote o religioso. Con frecuencia nos sentimos tentados a pensar que la santidad es solo para aquellos que pueden retirarse de los asuntos ordinarios de la vida para pasar mucho tiempo en oración. Ese no es el caso. Todos estamos llamados a ser santos viviendo nuestras vidas con amor y dando testimonio en todo lo que hacemos, donde sea que nos encontremos”. A lo largo de este libro, hemos reflexionado sobre este llamado a la santidad, sobre los desafíos que enfrentamos como jóvenes y cómo podemos ver a los santos como ejemplos que han vivido una vida de santidad. Hoy, Jesús nos llama a cada uno de nosotros y nos da una misión. Esta misión es específica y única para cada uno, y en Gaudete et Exsultate, el Papa explica que "un cristiano no puede pensar en su misión en la tierra sin verla como un camino de santidad, porque “esta es la voluntad de Dios, tu santificación" (1 Tesalonicenses 4: 3). Cada santo tuvo una misión, planeada por el Padre para reflejar y encarnar, en un momento específico de la historia, un cierto aspecto del Evangelio. Todos estamos llamados a ser discípulos misioneros, y es importante entender que la santidad y nuestro llamado a ser misioneros son dos caras de la misma moneda. Para transformar nuestra sociedad, debemos morir a nosotros mismos, dejar nuestras zonas de comodidad y compartir el Evangelio con los demás donde sea que vayamos. ¿Cómo haremos esto? Lo haremos a través de compartir nuestro ejemplo de vida, a través de nuestros testimonios, a través de las pequeñas cosas que hacemos todos los días. Es aquí donde nos damos cuenta que el servicio en la misión es esencial para el desarrollo potencial para nuestra vida en santidad personal, pero aún más, para nuestro desarrollo como sociedad. En esta última semana veremos como este llamado a la Santidad no es solamente para que lo aprendamos y lo hagamos parte de nuestras vida personal, sino también para qué lo llevemos a los demás, especialmente a quienes sienten que no tienen propósito ni esperanza. Ha llegado el momento de pasar de la teoría a la acción. En este capítulo encontrarás algunas actividades, reflexiones, oraciones, que te ayudarán a salir a la periferia y llevar el mensaje de todo lo que has aprendido, y a formar comunidad para apoyarnos los unos a los otros porque, como bien lo aprendimos, la santidad no se alcanza en un día, sino que es un proceso que dura toda nuestra vida. ¡Ánimo que todo es posible con la ayuda de Dios!

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