martes, 24 de noviembre de 2020

Libérame del miedo, Señor Jesús

Libérame del miedo, Señor

El final del evangelio de hoy parece hacerse realidad en esta época de la pandemia. Jesús declara que habrá grandes terremotos, epidemias de plagas y hambrunas aquí y allá; ocurrirán eventos aterradores.

Estamos viviendo la pandemia, con sufrimiento, y estamos en proceso de conocerla. Nuestro futuro es todavía incierto, se puede decir. Las hambrunas y los hechos aterradores nos llegan todos los días a través de la radio, la televisión o las redes sociales. Sin duda, hemos sido testigos de desastres, hemos visto caer la desgracia sobre una persona, tal vez hemos sido víctimas de ella. Pero el Señor nos advierte hoy: "Tengan cuidado de no dejarse llevar por el mal camino", dice.

Los discípulos de Jesús, no pueden permanecer esclavos del miedo, de la angustia. Más bien, estamos llamados, dijo el Papa Francisco, a detener la fuerza destructiva del mal, con la certeza de que la providencia del Señor y su ternura tranquilizadora siempre acompañarán nuestras acciones.

La lectura de hoy nos anima a no paralizarnos por el miedo. Jesús nos anima y nos consuela con estas otras palabras que en su nombre les repito: "El que persevere hasta el fin se salvará" (Lc 21,19).

Es una cuestión de perseverar en la verdad y el coraje profético. Hoy necesitamos la parresía, la franqueza, el coraje de la verdad. El apoyar a los demás para que no sigamos siendo esclavos del miedo.

 Señor Jesucristo, no es un espíritu de miedo lo que nos has dado, sino "un espíritu de fuerza, amor y aplomo". Por el poder de tu Espíritu Santo, expulsa de mí todo espíritu de temor. Libérame de la opresión y el miedo.

Tu fidelidad es un escudo y una armadura para mí. No temeré los terrores de la noche ni el azote que golpea al mediodía. No temeré las maquinaciones de los malvados, ni los espíritus malignos, ni las predicciones del mal, ni la "maldición", ni los accidentes, ni los fracasos, ni la enfermedad. Nada puede destruir mi seguridad puesta en ti, Jesucristo, mi Señor y Maestro. Gracias, Señor Jesús, por liberarme del miedo, la queja, la impaciencia y la ansiedad.

Libérame del miedo, Señor Jesús


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